Investigación Paranormal en Chile

Hola, soy Elena

Conóceme

Mi nombre es Elena y he dedicado mi vida a procurar ayudar a personas que como yo, han sido y son objeto de ataques de índole espiritual.

Comencé hace bastantes años, fundando la Primera Sociedad de Investigaciones Paranormales en Chile.

Luego de un tiempo, mis socios, fueron uno a uno desertando de la Sociedad por motivos familiares, dejándome sola.

Han pasado los años y solo las personas que han tenido conocimiento sobre mi trabajo, han recurrido a mi.

Hoy quiero retomar esta cruzada y ponerme nuevamente al servicio de ustedes.

Pertenezco a la Quinta Orden de Sanadores Cuánticos de Chile,

Qué ofrezco?

Una investigación profunda de las energías que puedan estar impidiendo su felicidad y armonizar tanto a personas, casas, animales u otro problema que esté afectando su tranquilidad.

Investigar casas afectadas por entidades del bajo astral y realizar la limpieza espiritual requerida.

Ayudar a cruzar el umbral a espíritus atascados.

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No hago amarres u otros servicios que estén reñidos con mi propia espiritualidad. No hago contacto con espíritus, a menos que ellos quieran usarme para transmitir algún mensaje.

Absoluta reserva, no hago videos para plataformas sociales.

Mi visión

Siento que mi existencia es para servir a los demás.

Por lo tanto mis servicios no son para buscar riqueza, pero considero justo cobrar algo por ellos, ya sea para locomoción u otra necesidad y porque las energías deben circular, tanto te doy, tanto me das. 


Mi historia y el porqué me dedico a esto....

Este es un relato verídico ocurrido a mi familia, durante los 12 años que vivimos en la calle Almirante Barroso, en lo que hoy se denomina Santiago Centro, entre los años 1956 al 1968, muy cercana a la Basílica del Salvador. 

Cuando mi familia llegó a vivir a esa casa, en el año 1956, estaba compuesta por mi padre, mi madre, mi hermano mayor y yo, aunque eventualmente residían con nosotros dos hermanas, hijas del primer matrimonio de mi padre.

En el transcurso de esos años vinieron al mundo mis otros tres hermanos, nacidos como se acostumbraba en ese entonces, en nuestra propia casa.

Patricia, la menor, fue la única nacida en el Hospital Arriarán, que en ese entonces estaba ubicado frente a la Fuente Alemana, en Santiago Centro.

De mi padre, hombre místico, aprendí el uso del péndulo, ya que él tenía capacidades psíquicas, que algunos de mis hermanos y yo heredamos.

Por tanto desde muy temprana edad me vi envuelta en lo sobrenatural, que me apasiona hasta el día de hoy.

Al mirar hacia atrás, a mi lejana niñez, recuerdo esos días de los terrores nocturnos y las veces en que nuestra madre nos reprendía por lanzarle objetos, los cuales nosotros no habíamos tocado.

Era común divisar luces que se movían por las paredes y por el aire. 

En mi inocencia infantil solía jugar con lo que yo denominaba "el duende", quien escondía y cambiaba de lugar mis pertenencias y útiles escolares durante la noche, en consecuencia que quedaban muy bien guardadas en un mueble, de esos antiguos bufett de comedor.

(Debo decir que mi madre era obsesiva con el orden y ese "desorden", me causaba muchos problemas).

Un día en el que le dije, que era el "duende" quien escondía mis pertenencias, ella se asustó mucho y me relató lo siguiente:

"Nunca quisimos con tu papá contarles esto, pero tu hermana mayor, durante un tiempo, se quejaba que por las noches el gato de la familia iba a acostarse sobre sus pies".

(Ciertamente que en casa había un gato, pero con eso del orden de mi madre, el minino debía pasar sus noches en un patio de luz que daba a un pequeño cuarto bajo la escalera del edificio).

Continuando este relato, mi madre contó que en una oportunidad, mi hermana les llamó muy aterrada diciendo que el gato no la dejaba moverse.

Entonces para demostrarle su equivocación, fueron a comprobar si el animalito se encontraba encerrado y al momento de abrir la puerta del patio de luz, vieron al gato, totalmente engrifado, quien se lanzó en loca carrera por la casa, huyendo... ¿de qué?...

"Otra noche, (continuó mi madre el relato), escuchamos a tu hermana gritar y cuando llegamos al dormitorio, la encontramos en medio de la habitación, luchando contra "algo invisible", pero muy poderoso que la abrazaba sin dejarla huir.

Como pudimos, logramos arrebatársela con la ayuda de un Nuevo Testamento que tenía tu padre, recitando el Salmo 91.

Desde esa noche, la habitación, se mantuvo desde más o menos la altura de un metro y medio desde el suelo, con una temperatura tan baja que helaba los huesos.

Con el tiempo y a fuerza de rezar el Salmo 91, las cosas retornaron a una relativa normalidad".

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Por ese motivo mi madre me prohibió volver a mencionar al famoso "Duende", aunque éste siguió haciendo de las suyas...

Otro tipo de manifestación recurrente, era aquella especie de nube negra de más o menos un medio metro de altura, que se nos cruzaba enfrente cada vez que nos dirigíamos hacia la cocina de la casa y desaparecía bajo la mesa del comedor, y a la que mis hermanos y yo, bautizamos: "la Sombra".

Justo en la intersección donde se juntaban el comedor, el pasillo que daba a la puerta de acceso de empleados, y la cocina, esta "Sombra" se deslizaba ante nosotros, ocultándose...

Debo mencionar también un sonido, al que bautizamos "La vaca", Este solíamos escucharlo, bajo las maderas del antiguo piso.

La casa en cuestión tenía dos puertas de acceso a las cuales se llegaba tras pasar un hall que comenzaba en la calle Almirante Barroso, con un portón de madera en la entrada, (ahora fue reemplazado por una reja metálica).

Luego se dividía en un pasillo que se dirigía al departamento del primer piso (mi casa), y una oscura escala de mármol que llevaba al segundo y tercer piso del edificio.

La puerta principal, daba directamente al living de mi casa y la otra, como dije anteriormente, seguía por otro pasillo y luego, tras pasar frente al patio de luz que estaba bajo la escala, llegaba a la cocina.

Este pasillo era muy atemorizante y oscuro, sobre todo porque en la puerta de entrada hacia la cocina siempre se escuchaban fuertes golpes de una mano invisible y para nuestra desgracia era el lugar donde se nos castigaba cuando hacíamos alguna travesura.

Luego de pasar a esta cocina, encontrábamos un antiguo closet, tras la puerta de la misma, (lugar aterrador de mis pesadillas de niña, donde siempre veía salir a demonios) y enfrentándolo estaba la pieza de servicio doméstico con su respectiva sala de baño.

En esta habitación vivieron en diferentes ocasiones, las empleadas de la casa, una amiga de infancia de mi madre, una tía y un tío, también fue la habitación de mi hermano mayor.

Todos ellos debieron "huir" de ella por los lamentos y golpes que se escuchaban allí.

(Así fue como en un tiempo debí dormir en el living de la casa, ya que mi dormitorio se

ocupaba con los "asilados".)

Hacia la calle, tras una ventana que daba a la misma, se encontraba la gran habitación donde dormían mis padres y los bebés de turno, en sus dos cunas y el coche. También hacia la calle daba la ventana del baño principal con dos puertas, una hacia el dormitorio principal y la otra hacia el gran Living el cual estaba separado del comedor por una mampara de vidrio y poseía un patio de luz.

La sala de comedor, también tenía una gran mampara que daba hacia un patio grande al cual también se accedía por la cocina.

A un costado, con puerta hacia el living se encontraba la habitación donde ocurrió el episodio del "Duende".

(En el terremoto del 28 de Marzo del año 1965, se vino abajo parte del gran muro que separaba el patio del edificio, de las otras casas del sector, salvando milagrosamente nuestras vidas el hecho de que siendo día Domingo, nuestro padre nos llevó a dar un paseo matutino a la Plaza Brasil y a comprar el pan en la panadería San Camilo).

Todo lo anterior es para que ustedes tengan una idea de lo terrible que el lugar parecía a nuestros pequeños ojos infantiles.

La casa era tan oscura que incluso, almorzábamos con luz eléctrica, pues los "patios de luz" muy poco honor hacían a su nombre, ya que eran muy pequeños considerando que el edificio tenía tres pisos.

Durante las noches, pasos de entes desencarnados recorrían el lugar, siempre deteniéndose antes de entrar al dormitorio de mis padres.

Estos eran pasos muy marcados y sonoros en el piso de madera, que se acercaban recorriendo toda la casa, desde la cocina hasta la puerta de acceso de la habitación.

Mi padre en muchas ocasiones quiso investigar sobre estos fuertes pasos, saliendo hacia el living, pero no encontraba a nadie.

Una noche, en que yo intentaba dormir en mi improvisada habitación del living, escuché una voz de mujer que sollozaba...

(Como comprenderá el lector a mis 10 años, solo atiné, presa de terror a cubrir mi rostro con la sábana".

Pude percibir que ella se acercó y me habló dándome su nombre y pidiéndome le

mandara a hacer una misa para poder descansar.

¡Tan grande fue mi terror que no pude reaccionar!

Solo después de un momento miré por bajo la sábana y pude ver que estaba ataviada con una blusa blanca con algunos encajes en su cuello y brazos, los que se notaban translúcidos y tenía una especie de peinado alto en una cabellera negra.

Sumergí mi cabeza bajo la ropa de cama y ahí me quedé hasta dormir.

Al día siguiente conté a mi madre lo ocurrido, ella me miró sin decir nada, en todo caso ya había olvidado el nombre de la desdichada mujer.

Tengo que aclarar que si bien es cierto, la Basílica del Salvador se encontraba muy cerca, mi familia no era católica y yo no entendía mucho esta petición de ultratumba.

(Hasta el día de hoy recrimino mi olvido, solo tengo como disculpa mis cortos años y mi absoluta falta de conocimiento para enfrentar estos hechos sobrenaturales).

Ahora comprendo, que ya en ese entonces, aun sin saberlo, mis facultades psíquicas comenzaban a manifestarse y aunque intenté con los años huir de todo ello, al fin tuve que aceptar el hecho de que es algo inherente a mi persona.

Otro tipo de entidades, también se manifestaban ante los ojos aterrorizados de mis hermanos menores, quienes eran muy pequeños.

Uno de ellos asegura, hasta el día de hoy, haber visto a menudo, a unos seres

pequeñitos, ("veo a gente chiquitita", decía).

En otra oportunidad recuerdo que muy asustado, corrió llamando a mis padres porque se estaba incendiando una de las cunas de madera ubicadas en el dormitorio principal.

Por supuesto, al llegar, descubrieron que nada ocurría, sin embargo, él asegura que sí ocurrió el citado incendio...

Recuerdo muy bien a mi madre por las noches, recorriendo la casa, murmurando palabras que yo no entendía, deteniéndose frente a cada una de nuestras camas, ahora pienso que debieron ser oraciones o algo así...

Como si hubiese sido ayer también recuerdo ese terror nocturno en donde mi corazón latía tan fuerte, que movía entero mi estante-cama y cuanto más trataba de pasar desapercibida para el "fantasma", más sonaba el desvencijado estante.

Era terrible vivir rodeada de manifestaciones de otro mundo, sobre todo por las noche cuando una sombra que parecía humana me observaba frecuentemente desde la puerta de mi habitación, la habitación del "duende", ¿recuerdan?. (Hace poco en una tertulia familiar, uno de mis hermanos confesó que también él veía a la sombra de pie en la puerta de nuestra habitación, solo que nunca quiso decirlo.)

Volviendo al relato...

Entonces trataba de llamar a mis padres y la voz no me salía.

Y cuando al fin lograba ser escuchada inventaba que me dolían las piernas, para que así me realizaran friegas con alcohol alcanforado y me acompañaran hasta que la sombra se marchara, o me llevaran a dormir a su habitación.

(Esto del dolor de piernas y el "alcohol alcanforado", fue algo muy común en nuestra infancia en esa casa, ya que pasó a ser el salvavidas para alejar a los fantasmas).

Así transcurrieron los años de mi niñez en la casa de Almirante Barroso.

Me he preguntado si todavía el ente sigue allí.

He soñado muchas veces con la casa, me veo buscando mis recuerdos y encontrando todo destruido.

En dos ocasiones he llegué a pararme enfrente de la puerta, sin atreverme a llamar, ya que hoy en día se encuentra convertida en oficina comercial.

Tal vez algún día regrese y logre vencer el temor y pedir que me permitan el acceso, pero ¿cómo explico que voy en busca de un "fantasma"?.

Tal vez, algún día...

En fin, en Octubre del año 1968, nos

mudamos a otra casa...

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Nueva casa, nuevos fantasmas y nuevos demonios...

Fue una maravilla llegar a una casa nueva, totalmente iluminada por la luz solar, lejos de Fantasmas y Entes Demoníacos.

Pero esta especie de maldición nos siguió...

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Me encontraba finalizando el octavo básico, cuando fuimos a un paseo de cuatro días al antiguo y ex Hotel Asturias, que en ese entonces se encontraba ubicado en el balneario de Cartagena, frente a la playa chica.

Entonces, la noche anterior al regreso a Santiago, junto a los amigos de una compañera, se nos ocurrió la idea de invocar espíritus con la tabla Ouija.

Era la primera vez que accedía a este método para contactar con espíritus y la verdad ni siquiera sabía cómo funcionaba el asunto.

Buscaron afanosamente una mesa de madera que cumpliera con eso de "las tres patas", un vaso, un cartón donde dibujar las letras y símbolos de una Ouija, cuatro sillas (según recuerdo) y luego como éramos muchas personas, el curso entero, fuimos pasando una a una preguntando al tablero quiénes debían sentarse para comenzar el ritual.

Yo fui de las elegidas...

Como una esas chiquilladas que todos alguna vez hemos cometido, comenzamos preguntándonos a quién invocaríamos primero, y decidimos invocar al espíritu del "Che" Guevara, el que en ese entonces era uno de los personajes más nombrado en los medios y que por supuesto había fallecido hacía poco tiempo.

Le preguntaríamos sobre el resultado de las siguientes elecciones presidenciales.

(Para mi y creo que para todos los presentes, era solo un juego de final de vacaciones...pero el vaso comenzó a moverse.)

Yo podía sentir bajo el dedo que sostenía sobre el vaso, cómo una fuerza de otro mundo lo impulsaba.

La respuesta fue que ganaría Salvador Allende.

La verdad es que no me interesaba mucho el asunto, puesto que solo contaba con 14 años de edad y la política solo era para mi, lo que escuchaba al pasar, cuando mi padre discutía del tema con algún conocido.

(Algo muy fastidioso por cierto en ese entonces, para mis oídos infantiles)

¡Pero, lo que vino después fue algo que nos llenó de terror!

Desde muy niña conocí sobre Catalina de los Ríos y Lisperguer, ya que mi dentista tenía su consulta en el Edificio "La Quintrala" y mi padre me había relatado en varias ocasiones, historias sobre esta persona y todos esos relatos causaban en mí algo "muy especial".

No sé bien lo que era, pero me agradaba entrar en el misterio que encerraban las paredes de ese edificio, y sobre todo me agradaba sentir ese "algo" en el ambiente, que me erizaba la piel...

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Bueno, la citada noche en Cartagena se invocó al espíritu de "la Quintrala".

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Gritos de terror, carreras despavoridas y llantos, fue el resultado, cuando el vaso con el que se preguntaba a la Ouija voló por los aires, para luego estrellarse en el piso.

Esa noche, mis compañeras y yo, dormimos todas juntas, sentíamos mucho miedo.

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Al día siguiente regresamos a Santiago en completo silencio y al llegar a casa me encerré en mi habitación a llorar.

Mi madre fue a ver lo que me ocurría y le relaté la experiencia manifestándole que me encontraba muy asustada.

Entonces ella se enojó muchísimo y muy alarmada llamó a mi padre para "acusarme".

Ahí me enteré que mas o menos alrededor de la misma hora en que los hechos ocurrieron en Cartagena, a mi padre se le presentó una mujer, justo a la entrada del cuarto de baño.

La mujer estaba vestida a la usanza antigua con un largo vestido con flores.

Bueno, para qué decir que mi madre estaba furiosa, porque comenzaba todo, otra vez...

Mi padre, fue a buscar una Biblia y me hizo leer en voz alta el Salmo 91 y debí dormir con la Biblia bajo la almohada, abierta en la página del citado Salmo por mucho, mucho tiempo...

Pero creo que lo que llegó conmigo esa noche, nunca se marchó de ahí, ya que desde ese entonces todo comenzó a ir mal.

Aparecía la ropa de mis hermanos toda tajeada con múltiples cruces y cuando digo "múltiples", me refiero a unas 50 o más cruces en sus camisas, de alrededor de un centímetro, prolijamente realizadas, como con un bisturí quirúrgico, sin deshilachado alguno...

La cocina se llenaba de insectos que malograban la mercadería almacenada en la despensa.

Las verduras que se compraban en la feria libre del lugar, se descomponían de un día para otro, volviéndose putrefactas y nauseabundas.

Recuerdo en dos ocasiones presenciar como mi madre, encontrándose durmiendo su siesta, se levantaba abruptamente y fuera de sí, como si fuese otra persona, con los ojos desencajados, y con una fuerza sobrenatural, nos insultaba al parecer, en un idioma extraño, caminaba tambaleándose lanzando patadas y puñetazos al aire, sin que pudiésemos contenerla.

Luego, de pronto, ella volvía a la normalidad sin recordar nada de lo ocurrido.

Esta es la parte que hoy no comprendo...

¿Porqué no se buscó ayuda?, ¿porqué solo se guardaba el secreto en silencio?.

Siempre sentimos que algo no estaba bien en esa casa, sobre todo porque mi abuela biológica, quien había tomado la costumbre de visitarnos, pertenecía a un culto espírita y siempre que ella se marchaba algún evento desagradable ocurría.

Un día nos avisaron que ella, mi abuela, había fallecido, durante la noche del 24 al 25 de Febrero.

Desde ese entonces comenzó una escalada de tragedias en mi familia:

El día 7 de Marzo siguiente, mi primera hija falleció al nacer.

Mi padre se enfermó de cáncer y falleció, en el transcurso de un año.

Mi madre también falleció...

Amaneció muerta en extrañas circunstancias que nunca fueron

aclaradas, un año y medio después del fallecimiento de mi padre y en la misma

fecha y hora en que había fallecido la abuela espírita, durante la noche del 24 al 25 de Febrero.

Después de todo esto, traté de averiguar lo que en realidad había estado ocurriendo durante todos estos funestos años.

Entonces decidí ir a quedarme en la casa, ya que para ese entonces me encontraba casada y residía en otro lugar.

Una noche me predispuse a conectarme con lo sobrenatural, pero sentí en la casa una fuerza maligna.

Se abrían solos los cajones, se escuchaban sonidos y golpes como si se cayeran objetos

al suelo.

Mi madre coleccionaba en un tarro, monedas antiguas, de hecho el tarro estaba lleno de esas monedas.

Al quedarme en la casa, me acosté en la cama donde había fallecido mi madre. Apagué la lámpara y solo se iluminaba el dormitorio con una tenue luz de los postes de alumbrado público que se filtraba por la cortina.

De pronto escuché cómo se abría rechinando, la puerta más pequeña del ropero, donde ella guardaba sus objetos delicados, (la puerta hacía un sonido muy particular al abrirse, ya que el ropero era de madera y muy antiguo)

Bueno, la puerta se abrió de golpe y cayó el tarro de las monedas con gran estrépito.

Imaginará el lector el ruido infernal al esparramarse todas esas monedas rodando por el piso de todo el dormitorio.

Pero la sorpresa no fue esa, bueno... sí lo fue..., pero al tratar y al fin encontrar el interruptor de la lámpara y encender la luz...

Todo estaba en su lugar...

La puerta del ropero estaba cerrada y en su interior, el tarro lleno con monedas no se había movido...

Igualmente busqué por el suelo, aún sabiendo que todo estaba en su sitio, sin encontrar nada que hubiese podido causar semejante escándalo, pero sabía muy bien que lo escuchado esa noche, fue real...

Después de ese episodio, pedimos la ayuda de la iglesia Católica, y un Diácono fue una tarde a hacer oración.

Días después se realizó una Misa, a la cual lamentablemente no alcanzamos a llegar, por un sinnúmero de situaciones que nos atrasaron, aunque la Parroquia se encontraba relativamente cerca.

Entonces las manifestaciones parecieron detenerse...

Pero solo por un tiempo...

Optamos por arrendar la casa a puerta cerrada y con todas las pertenencias en su interior.

Pero, las personas que llegaron a habitarla, manifestaron que las cosas cambiaban de lugar por las noches y que se escuchaban muchos ruidos extraños, por lo que muy luego se marchaban...

Un día, nuevamente se arrendó la casa y la noche de un domingo, en que la arrendataria regresaba con su familia, se encontró en la calle con una persona que había quedado en devolver unos envases de bebidas.

Cuando la arrendataria lo vio, lo conminó a cumplir con la citada devolución, pero él manifestó que ya los había entregado, a una señora que salió a recibirlas en la puerta de la casa.

Asustados y temiendo que algún ladrón hubiese entrado en su ausencia, se dirigieron todos hacia la casa, descubriendo que las luces de ésta se encontraban encendidas.

Fue entonces cuando al entrar el vecino vio la foto de nuestra madre en la pared...

"¡Esa fue la señora que me recibió los envases", exclamó...

Y así fue como nuevamente la casa quedó vacía, bueno, de personas de carne y hueso, claro está.

En vista y considerando que esto no se solucionaría, mi hermana menor, que a la fecha había contraído matrimonio, resolvió ir a habitar la citada casa familiar.

Y todo recomenzó...

Por las noches y aunque el lector dude de mis palabras, "alguien se dedicaba a

ordenar la casa". Si había quedado loza sin lavar, a la mañana siguiente estaba, no solo limpia, sino seca y guardada en sus estantes. Si mi hermana dejaba las llaves de la casa encima de una mesa, éstas amanecían colgadas en el llavero tras de la puerta.

El horno de la cocina, se abría solo, dejando caer la tapa hacia el suelo en forma estrepitosa, hasta que una noche, el vidrio templado se quebró.

Aún, después de tantos años, el horno de la cocina se mantiene igual, con su vidrio quebrado, pero mi hermana no hace uso de él desde hace tiempo...

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Ocasionalmente con mi Conjunto Folklórico, realizábamos alguna comida de convivencia y en una oportunidad en que ésta fue en casa de mi hermana, una de las integrantes luego de regresar del cuarto de baño, comentó que estuvo hablando con una señora muy bonita y que ella le indicó en que lugar se encontraba dicho baño.

Al escuchar esto, le dijimos que no había nadie en la casa más que nosotros, pero ella insistió en que la señora le había hablado.

Más tarde, pudo ver la fotografía de mi madre colgada en el living de la casa y allí la reconoció...

Había estado hablando con mi madre fallecida, quien le había señalado el camino ...

Finalmente una tarde reunidos con mis hermanos haciendo oración en el comedor de la casa de mis padres, que tenía y tiene actualmente unos ventanales que dan al patio trasero de la propiedad, de pronto vimos como una especie de neblina espesa y negra avanzó desde el living, pareció revolotear en medio de nosotros para luego salir por una de las ventanas al exterior. El comedor se llenó de un perfume de flores...

Después todo se volvió tranquilo, aunque a veces aún se registra alguna pequeña manifestación.

La lección que recojo para todos los que lean este relato es la siguiente:

¡Jamás jueguen con lo desconocido!

Si no están preparados para enfrentar las consecuencias, porque pueden abrir puertas que dejarán entrar entidades a las cuales ustedes no podrán gobernar.

Hoy habiendo sobrepasado el medio siglo de existencia y ya con casi 70 años, siento que tengo las fuerzas y la experiencia suficientes para enfrentar lo sobrenatural...

Aunque nunca se sabe...

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NOTA.-

En el mes de Enero del año 2013, fui a visitar la que fue mi casa, mi hogar y el de mi familia, en la calle Almirante Barroso.

Estuve esperando largo rato frente a ella, esperando que alguien llegase, para conversar con esa persona y pedirle autorización para poder visitarla.

Con mucha emoción y esperanza, recuerdos imborrables vinieron a mi mente y a mi alma, mientras esperaba...

De pronto apareció un varón de mediana edad, alto, delgado, con el cabello recogido y procedió a abrir la reja metálica que reemplazó en estos años, al antiguo portón de madera.

Le hablé y saludé, pero él ni siquiera me miró, solo continuó caminando por el pasillo hacia la puerta que era la que conducía a la cocina, a mi cocina, a la cocina de mi madre...

Nuevamente le hablé, le dije: "disculpe, pero esta era mi casa, la casa de mi familia,

¿Sería tan amable en permitirme la entrada?"

Él, sin volver la cabeza, mientras abría la puerta interior, solo dijo: "Estoy ocupado"...

Quedé con un profundo dolor en mi pecho, una gran desilusión recorrió cada trozo de

mi cuerpo, sentí deseos de llorar...

...y ahí quedé, de pie frente al que fue mi hogar, donde nacieron mis hermanos, donde viví mi niñez, con los recuerdos hechos trizas.

No podía moverme, permanecí largo tiempo esperando

Un no sé qué...

Luego, simplemente me alejé del lugar, sin mirar atrás...


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Investigación Paranormal en Chile

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